Mi día a día transcurre en la denominada «Activity Room», una sala donde realizamos muchas actividades (sobre todo manuales) con los residentes, tipo: dominó, bingo, ver pelis, celebrar días puntuales tipo Easter, cocinar, disfrutar de actuaciones …
A los usuarios les encanta la cocina, y cuando digo que les «encanta» créedme, LES ENTUSIASMA. Hemos cocinado todo tipo de postres, desde tartas de queso, a cookies, brownies, cupcakes, …
En esta aventura cuento con la compañía de otra voluntaria (francesa), por lo que se nos propuso desarrollar un día de platos típicos españoles y franceses, en el que mi tortilla de patatas y croquetas de pollo literalmente triunfaron!!
A lo largo de este tiempo hemos recibido y contado con muchas actuaciones de carácter musical y teatral. Así como la visita de animales de granja en el propio centro.
La política del EVS no nos permite salir y llevar a cabo actividades al aire libre sin un supervisor que esté a cargo de la respectiva actividad. Por ello, siempre bajo supervisión, acompañamos a los usuarios a ejercitarse al gym, a ver partidos de fútbol, a museos, Greenfell (Un club adaptado para personas con discapacidad mental y física), …
Mi proceso de adaptación fue totalmente rápido, y me sentí acogida y querida por todos los miembros del Centro desde el minuto 1.
No todo es trabajo!! La ubicación de la Residencia desde mi punto de vista es estratégica, de manera que puedo viajar a Newcastle en una hora, y en dos horas estoy en Manchester City.
La vida en Inglaterra diría que es un tanto cara, el precio de la comida así como el del transporte público es un disparate, por lo que es imposible poder permitirse importantes viajes contando únicamente con el pocket money (Os recomiendo veniros con unos cuántos ahorrillos, y si tenéis la suerte de contar con la ayuda económica de vuestros familiares mejor que mejor!).