EXPERIENCIA EN BULGARIA

¡¡Aquí tenéis la experiencia del grupo que participó en un intercambio juvenil en Bulgaria!! 🙂 

El principio de nuestro viaje fue un poco caótico porque cambiamos varias veces de compañeros y en plena época de exámenes, la búsqueda del vuelo resultó estresante tanto para Rocío como para nosotros. Una vez comprados los billetes, ya podíamos decir con seguridad ‘’¡¡nos vamos a Bulgaria!!’’ pero antes…. una escala y una noche en el aeropuerto.

Nuestra primera parada: Berlín. Tuvimos tiempo de visitar algunos lugares pero fracasamos en el intento de llegar al muro de Berlín tras una larga (muy larga) caminata. Ya en el aeropuerto de Bulgaria, nos esperaba una noche que se nos hizo eterna. Pero no hay mal que por bien no venga, nos sirvió para ir conociéndonos, ya que algunos de nosotros nos vimos por primera vez en el aeropuerto de Málaga. Por la mañana nos recogió Javiera, nuestra coordinadora. Después de una hora y media en furgo llegamos a nuestro verdadero destino: Borovets, un precioso pueblecito entre montañas conocido por su estación de esquí.

Entre las cosas que más nos gustaron está el hotel por supuesto. Grandes habitaciones en las que pudimos recuperar el sueño de la noche anterior y un excelente servicio. Nos proporcionaban todo lo que nos hiciese falta y se portaron genial con nosotros.

Supongo que la principal dificultad que encontramos la mayoría de los participantes es el idioma. Al principio da un poco de inseguridad el hecho de no saber cómo te vas a entender en inglés con búlgaros, polacos, alemanes e italianos; pero luego descubres que la mímica es de gran ayuda y no es para tanto. También es cierto que los españoles tuvimos suerte: nuestros coordinadores, Javier y Javiera, eran españoles y eso hizo que nos sintiésemos muy cómodos.

Nuestro proyecto era acerca de los refugiados. A lo largo de la semana teníamos charlas sobre conceptos que todos hemos escuchado alguna vez: diferencia entre multiculturalidad e interculturalidad, tolerancia, estereotipos, prejuicios, etc. También realizábamos dinámicas sencillas que nos ayudaban a empatizar y comprender mejor estos conceptos; por ejemplo: el primer día cada país tuvo que imitar otro basándose obviamente en los estereotipos, o encontrar al resto de tus compañeros a partir de saludos internacionales de lo más variopintos. A partir de estas actividades teníamos que realizar trabajos cuyos formatos podían ser desde un teatro a un power point. Además, pudimos acercarnos un poco más a esta dura realidad gracias a la experiencia de nuestros coordinadores y algunos compañeros en campamentos de refugiados.

En resumen, la temática de las charlas, los workshops y los debates con el resto de los participantes nos han enseñado mucho.

Toca hablar de la parte divertida. Los ‘’energizers’’ matutinos de Javier fueron lo mejor. Después del desayuno, jugábamos a los clásicos de siempre: el pañuelo, explotar globos, el balón prisionero, juegos de memoria… entre otros. Lo  divertido era tratar de explicarlos en inglés pero nos sirvió para estar todos juntos pasando un buen rato. Junto a esto está la noche intercultural, una de las noches de la semana tuvimos que realizar una exposición acerca de nuestro país y acompañarla de la gastronomía típica. Podemos presumir de nuestros productos españoles, porque no sobró ni una loncha de jamón serrano y ni una gota de Cartojal.

Después de otra escala en Viena y otra noche sin pegar ojo en el aeropuerto, regresamos a Málaga. La verdad es que una semana pasa volando pero es una oportunidad que nadie debería desaprovechar. El simple hecho de viajar es una experiencia llena de cosas positivas que abren tu mente: conocer gente nueva y otras culturas, mejorar nuestro inglés  y salir de nuestras rutinas nos aporta valores que de otra forma sería más complicado conseguir.

Por último queremos dar las gracias al programa Erasmus+ , a la asociación Interambia y a todas las personas que han compartido esta semana con nosotros . 100% recomendable.