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EXPERIENCIA DE SVE EN TURQUIA

Os presentamos la experiencia de un grupo de Jóvenes que han participado en un SVE del programa Juventud en Acción en Turquía.  Y tu… ¿Cuándo? 

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El Servicio de Voluntariado Europeo me llevó hace ahora algo más de un año hasta Turquía dispuesta a pasar allí nueve meses. Después de coger dos aviones llegaba a Antalya, pero ahí no acababa el viaje, a las 12 de la noche cogí un autobús en el que me ofrecieron té y galletas (¡gratis!) y almohadones para dormir. Ahí empecé a hacerme una idea de que era eso de la hospitalidad turca. Después de tres horas en aquel autobús, en el que solo hablaban turco, empezaba a tener dudas de hacia dónde me dirigía. Finalmente llegué a Fethiye, y a las pocas horas por fin pisé Yanıklar, una pequeña aldea a pie de playa donde viviría los próximos siete meses. Aún recuerdo como si fuera ayer el caminito hacia la playa, donde me esperaban mis compis voluntarios y mi familia de acogida para tomar el típico desayuno turco. Y desde ese primer momento, hasta el último, me sentí como en casa, estaba en la otra punta del Mediterráneo, pero al fin y al cabo en el Mediterráneo, en una cultura distinta pero que me resultaba muy cercana.

zaida3Mi primer lugar de acogida fue un eco-hotel asociado a la organización ecológica Buğday, dedicada a promover la agricultura ecológica y el agro-turismo en Turquía. Allí ayudaba con las tareas cotidianas de la familia, en el huerto, con las gallinas, cocinando, etc. Además, junto a los otros dos EVS que me han acompañado casi todo el tiempo, y otros voluntarios que venían por algunas semanas, desarrollé otro tipo de proyectos; juntos hicimos jabón, licores caseros, carteles para el huerto, cajas nido, fotos, etc. Y dos veces por semanas, llegaban la profe de turco y los EVS de la granja vecina, entre dulces caseros y tacitas de té aprendí algo turco en aquellas meriendas multiculturales.

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En los últimos dos meses me mudé a otra eco-granja de Buğday, donde había más voluntarios, más actividades para seguir, un río en el que bañarnos y niños adorables. En aquel “olivar” teníamos las actividades propias de la vida en el campo, pero también surgían cada día pequeñas actividades o eco-proyectos que te hacían plantearte nuevas inquietudes y aprender del entorno.

 

zaida4Y entre campo y campo, los voluntarios aprovechábamos cualquier oportunidad para viajar juntos, a veces también al campo 😉 Nunca había viajado tanto como en estos nueve meses. Un fin de semana libre era la excusa perfecta para plantar la tienda de campaña en una playa desierta o en una montaña, desierta también, y disfrutar de la naturaleza o de una noche de charla  junto al fuego. Y si había más de dos días libres, al amanecer ya habíamos llegado a la carretera más cercana para recorrernos media Turquía haciendo autoestop, o pasábamos toda una noche en esos autobuses con té y galletas gratis. 

zaida9Dormíamos en casas de amigos, conocidos, o casi desconocidos, y teníamos experiencias inolvidables. De ese modo conocí el misticismo de los derviches danzantes de Konya al mismo tiempo que conocía las inquietudes de los jóvenes turcos; llegué a remotos parques naturales donde me esperaban impresionantes cedros o miles de aves; crucé las zonas menos transitadas de la famosa Capadoccia; recorrí el inolvidable Kurdistán, con sus acogedores kurdos y los paisajes de los fértiles valles de Mesopotamia; crucé fronteras hacia países vecinos; seguí la sorprendente costa del mar Negro, tapizada de húmedos y verdes bosques; y, por supuesto, también visité la ciudad entre dos continentes, Estambul, tan grande, tan llena de vida y de diversidad, de grandes monumentos y pequeños detalles.

zaida6Es difícil resumir nueve meses tan intensos, pero al valorarlo ahora, desde la distancia, creo que mi experiencia como EVS ha sido muy enriquecedora, me ha dado la oportunidad de conocer gente extraordinaria, de visitar lugares espectaculares, de disfrutar de su gastronomía y mucho más. Esta gente me ha acercado a las distintas realidades que componen la identidad de este acogedor país, cuya riqueza es su diversidad.

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Pero también me he cruzado en el camino con personas llegadas de otros países que me han acercado en cierto modo hacia otros lugares. Este voluntariado ha sido un cúmulo de experiencias, de vida rural, de antiguas ciudades, de aprendizaje, de nuevos puntos de vista, que te hacen cambiar de algún modo, valorar más algunas cosas y darle menos importancia a otras, y, por qué no, también son unos meses en los que disfrutar y ser feliz.

Görüşürüz!

Si quieres saber más de esta y otras acciones del programa Juventud en Acción puedes visitarnos en el Área o escribirnos a info@intercambia.org.

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