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EXPERIENCIA EN FRANCIA

Os presentamos la experiencia de Qing que ha realizado un proyecto SVE del programa ERASMUS+ en Albi, Francia. 

Mi estancia de 10 meses fue en el lycée agricole Albi-Fonlabour, un instituto agrícola francés para todos aquellos adolescentes que, desde una temprana edad, deciden dedicarse al mundo de la naturaleza, a la agricultura, a los paisajes, a la gestión del agua y otras profesiones relacionadas. Mis tareas en este establecimiento consistían en asistir a los alumnos en las clases de español como lengua extranjera y también ayudar a nuestro tutor, Vincent Rousval, en la administración y en los contactos en el equipo de Cooperación Internacional. Además, participé en el club de teatro de improvisación con alumnos y participé en las jornadas de preparación de los alumnos que partían en ese año al extranjero.

Como alguien que nunca había pasado más de un mes fuera en el extranjero, mi SVE constituyó una experiencia extraordinaria en la que aprendí no solo el idioma del país o su cultura, sino también aprendí otra perspectiva de vivir, otra visión de disfrutar, otra manera de sentir. Mi voluntariado en Francia fue, entre otras tantas cosas, para mí, la respuesta a uno de mis mayores anhelos: salir al extranjero por primera vez y vivir una experiencia fuera de mi hogar. Si bien no todo era de rosas (especialmente las primeras semanas por la burocracia que conlleva empezar en un sitio desde cero), decidí aprovechar cada instante desde el principio hasta el final. Viajar, conocer, salir, explorar, soñar, crecer y añorar son palabras que pueden definir mi aventura, una etapa fascinante para mí e inspiradora para otros.

Me enamoré desde el primer momento del país, de sus campos, de sus paisajes; nunca había conocido la naturaleza como la conocí ahí y reconocí que, en Francia, existe una admiración y respeto por todo lo que concierne el medioambiente. Además, también hay una conciencia importante sobre la buena alimentación y la calidad de sus productos. Francia, aunque cercana a España, es distinta en muchos aspectos y para mí, personalmente, se volvió única en todos los sentidos, tanto lo físico y visible como lo invisible y lo intangible.

Compartía un apartamento con mi compañera de piso, y ambas trabajábamos juntas en el instituto. Teníamos un pase para el comedor de lunes a viernes, además del dinero de bolsillo.  Asimismo, y gracias a los trabajos con el equipo de Cooperación Internacional y los seminarios de voluntarios, tuve la oportunidad de viajar por Francia (además de los viajes que realicé por mi cuenta). Conocer a otros jóvenes de mi edad que provenían de otros países y que también estaban en mi situación fue algo enriquecedor.

Faltaría por último mencionar que los franceses me acogieron desde el primer momento. Fueron hospitalarios conmigo y no dudaron en ofrecerme su ayuda y servicio en cuanto me conocieron. Me llevaron a lugares cercanos de la región, a pasear por las praderas y por la orilla del río Tarn, me enseñaron nuevas palabras, expresiones idiomáticas, recetas, comidas, y se ganaron mi corazón. Me demostraron que la amistad no tiene fronteras y que a veces descubrimos a personas increíbles en el lugar menos pensado.

Simplemente gracias a todos los que formaron parte de esta etapa… ¡No puedo estar más que agradecida por haber vivido una experiencia tan excepcional como la mía!

Y tu… ¿Cuándo?
Si quieres recibir más información podemos fijar una cita en el Área de Juventud del Ayuntamiento de Málaga (mapa) a través del correo info@intercambia.org

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