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EXPERIENCIA INTERCAMBIO EN ESLOVAQUIA

Os presentamos la experiencia de ocho jóvenes que han participado en un INTERCAMBIO del programa ERASMUS+ en ESLOVAQUIA.

Vivencias en el Intercambio Cultural en Stará Bystrica: Un Viaje Colectivo con Democracia e Inclusión

Nuestra estancia en Stará Bystrica, un pequeño y pintoresco pueblo en Eslovaquia, fue mucho más que un intercambio cultural. Llegamos para compartir experiencias, ideas, conocer gente nueva y, sobre todo, emprender juntos una aventura, sin saber exactamente qué nos deparaba. Desde el primer día, nuestra experiencia de 13 días prometía momentos inolvidables.

El enfoque estaba en la democracia y la inclusión, temas que al principio nos parecían un poco densos y quizá incluso aburridos. Sin embargo, la interacción entre todos los participantes hizo que cada actividad fuera divertida y animada. Éramos jóvenes de diferentes países, principalmente de Eslovaquia y Ucrania. Lo más curioso e interesante fue la diversidad cultural, especialmente la manera en que las chicas de esos países enriquecieron nuestras conversaciones y nos ayudaron a comprender las diferencias y similitudes entre nuestras culturas.

Entre las actividades que más nos marcaron estuvieron las noches culturales. Estas noches ofrecían un espacio para debatir, conocernos a un nivel más profundo y compartir nuestras visiones del mundo. A través de estas conversaciones, aprendimos mucho sobre cómo los eslovacos y ucranianos ven la democracia y la inclusión, temas que en sus contextos tienen un gran peso. Sorprendentemente, sin darnos cuenta, estas discusiones nos ayudaron a desarrollar una mayor independencia emocional y a abrir nuestra mente a nuevas formas de entender estos conceptos.

Stará Bystrica, con apenas 2.000 habitantes, era el lugar ideal para este intercambio. Sus colinas verdes, osos y cabañas nos ofrecían una paz que contrastaba con la energía de nuestras noches de debate. Fuera de los talleres, visitamos Zilina, un lugar más grande y lleno de vida, pero igualmente encantador. También exploramos el pueblo a pie, disfrutando de su tranquilidad y conociendo la fauna y la cultura local. Estos paseos nos dieron la oportunidad de desconectar y reflexionar sobre lo que estábamos aprendiendo.

Tuvimos la suerte de trabajar con mentores y facilitadores cercanos a nuestra edad, lo que hizo que las actividades fueran mucho más amenas. Su estilo moderno y su gran sociabilidad y hospitalidad fueron cosas que apreciamos mucho. Esa mezcla de energía y cercanía nos hizo sentir cómodos y abiertos a participar. Un monitor en particular destacó por su capacidad para conectarse con nosotros, haciéndonos sentir comprendidos y una parte importante del proceso.

Durante el intercambio, formamos valiosas amistades con varios de los participantes. Conectar con jóvenes de otros países, que tenían perspectivas y experiencias de vida diferentes, fue una de las partes más enriquecedoras. Cada día traía algo nuevo, ya fuera un debate político intenso o anécdotas divertidas, como la noche en que nos perdimos en los campos mientras caminábamos, o cuando nos equivocamos de cabaña la primera noche. Incluso tuvimos noches de fiesta llenas de energía y diversión. Estos momentos, más allá de los talleres, fueron los que realmente fortalecieron nuestras conexiones y nos hicieron sentir parte de algo grande.

Por supuesto, también hubo desafíos. El viaje de ida y vuelta fue toda una aventura, con conexiones complicadas y trayectos largos, pero al final todo valió la pena. En cuanto a los temas de democracia e inclusión, aunque nuestras perspectivas no cambiaron drásticamente al final del intercambio, fue interesante ver cómo nuestras ideas influían en los demás participantes y viceversa. Sentimos que, más que aprender algo completamente nuevo, nuestras ideas se enriquecieron con las experiencias y puntos de vista de los demás, lo que nos abrió a nuevas formas de ver estos conceptos en nuestros propios contextos.

El ambiente general del intercambio fue enérgico, colaborativo y reflexivo. Estábamos en un espacio donde todos nos sentíamos libres para aprender, compartir y, sobre todo, divertirnos juntos. Cada actividad, conversación y amistad que formamos dejó una huella importante en nosotros.

En resumen, esos 13 días en Stará Bystrica fueron mucho más que un simple intercambio sobre democracia e inclusión. Fueron una oportunidad para crecer, aprender colectivamente y, sobre todo, crear recuerdos y amistades que llevaremos con nosotros para siempre.

Y tú… ¿Cuándo? 

Si quieres recibir más información podemos fijar una cita a través del correo info@intercambia.org

 

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