Os presentamos la experiencia de una voluntaria que han participado en un proyecto del Cuerpo Europeo de Solidaridad del programa ERASMUS+ en RUMANIA.
Siempre hay ciertas cosas en la vida que a uno le gustaría hacer, pero que por un lado u otro, no se encuentra el momento idóneo para ello. Yo siempre había querido vivir un largo periodo de tiempo fuera de España (he tenido otras experiencias en el extranjero, pero de ciertos meses únicamente).
Tras uno de los años más raros de mi vida, decidí irme un año entero a Rumanía. Sí, Rumanía. Ese país que no está tan bien visto y no suele ser destino favorito de vacaciones para los españoles. Lo que yo no sabía por aquel entonces era que ese país iba a acogerme con los brazos abiertos y me iba a enseñar tantas y tantas cosas.
Llegué con cero expectativas sobre el trabajo que iba a realizar, la gente con la que viviría y trabajaría, y con la ciudad en general. Y mira por dónde, desde el minuto uno sentí que iba a ser una de las mejores experiencias de mi vida y que no me arrepentiría de la decisión tomada.
Si tuviese que definir mi año de voluntariado en una palabra, diría intensidad. Intensidad en todos los sentidos. Lo he pasado bien, he llorado, he tenido malos momentos, he estado muy entusiasmada, he perdido ganas y he reído, y mucho.
En relación al trabajo, mi proyecto estaba basado en la rehabilitación de centros jóvenes en cada zona de Timisoara, pero también he formado parte del equipo de marketing y he organizado actividades en los mismos. Cada día ha habido algo nuevo que hacer, y eso me encanta. He ganado competencias que en la vida creía que tendría y he hecho muchas cosas por primera vez (la magia de las primeras veces). Ha habido días de trabajo muy duro en los que te planteas que estás haciendo ahí, pero al final siempre gana el lado bueno de las cosas, y en este caso, han sido muchas.
Hablando con una amiga el otro día me decía: ¿eres consciente de la cantidad de gente que has conocido este año? Llega tal punto que te acostumbras a conocer a gente nueva todas las semanas/meses y no te das cuenta de la realidad. ¡Y qué gente! Una de las mejores cosas que me llevo de esta experiencia es la gente, sin duda.
Ha sido un reto para mi vivir con tanta gente en un mismo apartamento (hemos llegado a ser 16), y tan diferentes a mí. Cada uno de países distintos y con sus costumbres y formas de vivir. Es muy fuerte el pensar que gente que lo mismo no conocerías en otras circunstancias, ahora viven y trabajan contigo y son imprescindibles en tu vida (y qué genial tener casas por el mundo 😉). Los vínculos que se crean siendo parte de un voluntariado europeo son tan fuertes que poca gente entiende realmente lo que se siente y es algo difícil de explicar si no lo vives.
Se suele decir que unas veces se gana y otras se pierde. Pues en mi caso, he ganado en todos los sentidos.
Y tú… ¿Cuándo?
Si quieres recibir más información podemos fijar una cita a través del correo info@intercambia