Os presentamos la experiencia de un grupo de jóvenes que han participado en un CURSO DE FORMACIÓN del programa ERASMUS+ en REPÚBLICA CHECA.
A las tres nos unió un comienzo similar. Descubrimos un post en Instagram sobre un curso de formación en el entonces impronunciable pueblo de Srednogorovo. Cada una por un motivo distinto, decidimos aventurarnos y aplicamos, siendo seleccionadas para una primera reunión donde coincidimos con otras chicas que también aspiraban a participar en el proyecto. Sin conocernos, algo que no sabemos explicar nos atrajo mutuamente, dándonos la sensación de que volveríamos a vernos pronto.
No nos equivocamos; pocos días después, emocionadas por la aventura que se avecinaba, nos reunimos nuevamente para comprar los billetes de vuelo a Bulgaria. Desde ese momento, comprendimos que formábamos un buen equipo y que nos llevaríamos bien.
Entre la emoción y los nervios, los días avanzaron, dedicados a organizar cada detalle del viaje, hasta que nos encontramos nuevamente en persona. Esta vez, en el aeropuerto, unas horas antes de que comenzara nuestra aventura. Tuvimos la oportunidad de conversar y la certeza de que todo saldría bien creció en la misma medida que nuestra confianza mutua se fortalecía.
Tras el primer día de viaje llegamos exhaustas al hostal en Sofía donde pasamos la noche ya que al día siguiente nos esperaba un largo día de autobús, tren y furgoneta hasta llegar a la aldea Srednogorovo. Al día siguiente, nos levantamos pronto, recorrimos rápidamente la ciudad y compramos los suministros necesarios para nuestra estancia en el eco centro ya que no sabíamos qué nos iba a esperar. Casi todos los participantes del curso de formación llegamos por la noche el primer día y a nuestra llegada teníamos una cena de bienvenida y una presentación de los organizadores y asociaciones implicadas, que en este caso eran la Búlgara y la Polaca. El primer día del proyecto se basó en romper el hielo entre los participantes de los diferentes países y nos explicaron el funcionamiento de los proyectos Erasmus + y en concreto, la organización de las actividades a lo largo de nuestra estancia. Desde entonces, participamos en juegos, sesiones de reflexión, charlas informativas relacionadas con el medio ambiente, la ecología y naturaleza, debates grupales y grupos donde teníamos que trabajar y presentar información sobre un tema en concreto. Además, durante nuestra estancia también participamos en actividades de ocio como visitar las ciudades de Stara Zagora y Kazanlak, juegos de mesa, alguna fiesta y un concierto en Kazanlak.
El viaje no solo fue enriquecedor en términos de aumentar nuestra conciencia ecológica y nuestro conocimiento sobre el medioambiente, sino que además fue una experiencia transformadora a nivel personal. Desde el primer día, conectamos inmediatamente (y con mucha fuerza) entre nosotras y con el resto de los participantes. Todo han sido sonrisas gigantescas, brazos abiertos y oídos atentos para escuchar las historias que los demás tenían que ofrecer. Especialmente entre nosotras han surgido lazos muy estrechos. Respetando los tiempos y necesidades de las demás, hemos sabido convivir a la perfección, haciendo que cada minuto fuera más divertido que el anterior. Lo que más nos ha gustado de vivir esta experiencia juntas ha sido el poder ver cuánto podíamos aprender de los demás y cuán acogida puedes llegar a sentirte, aún estando a muchos kilómetros de casa. Del viaje nos llevamos muchos platos de sopa, actividades divertidísimas, memorias únicas y amistades para toda la vida. ¡Gracias por esta experiencia! Y tú… ¿Cuándo?
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